domingo, 20 de enero de 2013

Capítulo 8


Cuando me desperté vi a mi doctor hablando con una enfermera.

-Hola Alejandra, tus tíos te están esperando en la sala de espera .-Hice ademán de incorporarme pero el doctor me paró- Primero tendrás que desayunar.

-No tengo hambre- dije refunfuñando.

Después de desayunar a malas y de que me echarán el último vistazo, me pude ir. Cuando llegamos a casa me eché una siesta y recordé el extraño sueño, intrigada, donde aparecían mis padres.

Mañana tendría que ir al instituto, por segunda vez. Miré mi móvil que había sido abandonado durante la estancia en el hospital. Un mensaje de Lucas:

A las 7 en la plaza. 

Era dentro de una hora. Me levanté de un salto y corriendo me duché y preparé en 30 minutos.

Tenía media hora para ir a la plaza del rascacielos en el centro de la ciudad.
Salí corriendo hacia mi destino sin avisarles a mis tíos que me iba.

Llegué 5 minutos antes pero, para entonces, él ya estaba sentado al lado de la fuente.

-Hola, tienes mejor pinta que ayer.-dijo divertido.

-Tenemos que hablar.-le dije seria. Él se puso rígido y cambió su dulce sonrisa por una cara seria.

-Es verdad, lo siento.

Di un último suspiro y recordé la conversación que habíamos tenido en el hospital.

-Oye, no sé si quiero enfadarme contigo –le confesé.

-¿Por qué te ibas a enfadar conmigo?

-¿Perdona? ¿Acaso no me tendría que enfadar? No sé yo, pero te has comportado como un autentico…

-Imbécil. – terminó la frase.

-Idiota.

-Lo sé y no sabes cuánto lo siento. ¿Tú sabes el susto que me diste cuando te caíste?

-No fuiste el único. No me cambies de tema, anda.

-No sé qué decirte.

-Con un lo siento no me basta.

-Es lógico.

-Déjate de darme la razón, porque no sé si realmente es lo que piensas.

-Lo es. Ya te dije, creo que me gustas. Y no te mentiría.

-Mientes. Me dijiste que no soy nada.

-Creía que con lo de que fui un idiota ha quedado claro que me arrepiento de lo que dije. Porque en ese momento, vale, mentí.

-Pues ya está. Te contradices.

-¡Estoy muy confuso!

-Pues lo siento, yo no tengo la culpa. No eres el único que no sabe lo que quiere o siente.

-¿Y qué hacemos?

-No sé todavía no te he perdonado…

-¿Qué puedo hacer para que me perdones?

-Ah pues no sé. El tiempo lo hará todo.

-¿Y de momento?

-¿tú qué quieres?

-Besarte…

-Eres aún mas idiota por decir esa tontería.

-No es una tontería.

-Sí, porque si quisieses ya lo habrías he…-Se me abalanzó, sin dejarme terminar, sin dejarme respirar, sin dejarme pensar.

-Eh….Eh…-  dije confusa cuando se separó de mi.

Se rió.

-Creo que ya estoy convencido.

-¿De qué?

-Me gustas... y mucho- esas  palabras… esas palabras me llegaron a los oídos, a mi cabeza, a todos los nervios de mi cuerpo produciéndome un escalofrío. No se si porque estaban bien o por si estaban mal.

-No digas eso, por favor.

-¿Por? Ahora sí que no miento.

-Porque todo es falso.  Muchos chicos me lo dijeron, falsas palabras que creéis que por eso nos quedamos perdiditas. No me conoces lo suficiente para saberlo con certeza.

-Es verdad, casi no te conozco. Pero, por lo poco que se de ti, se que eres una chica fuerte y valiente, que pasa de lo que la digan. Hay pocas chicas como tú, Alex. Te propongo un trato – le miré a los ojos.- conozcámonos.

-¿Qué?

-Te demostraré que no todos somos unos falsos. Primero te conoceré para hacerte saber que sé que algún día irá a mas. Y no solo nuestra relaccion de amigos o lo que sea. Sino mis sentimientos también.

-Estás loco.- le dije sonriéndole.

-¿Hacemos ese trato?

-Vas a perder el tiempo.

-Yo que tú no estaría tan segura. Me gustas mucho, Alex. Mucho. Por favor ¿Me dejarás conocerte?

-Eh…. Eh….

-Anda, por favor…

-Vale, sí. Pero espero que no cambies de opinión sobre mi cuando me conozcas del todo porque besos como esos los hay pocos…

-¿Me estas pidiendo otro?- Dijo con ternura y mirándome a los labios. Reí.

-No…- Susurré.

-¿No? Pues yo sí. –Se acercó lentamente y posó sus labios sobre los míos. Mi cabeza dio vueltas y se concentró en ese beso, en esa sensación tan… tan nueva, diferente, loca.

Entonces me di cuenta de que yo también quería conocerle, quería saber todo de él. Pero también estaba ahí el miedo de que me gustara demasiado.  

Capítulo 7



-¡Alex, Alex! Hija, quítate los auriculares y escúchame.

-¿Si, papá?

-Acabamos de oír por la radio que la carretera hacia el pueblo se ha vuelto peligrosa por los desprendimientos. Ha habido varias avalanchas hoy. Tu madre y yo hemos pensado ir por la otra carretera, aunque lleguemos más tarde…


El coche negro acercándose por delante, el giro para salvar la vida, los gritos, el choque contra el cristal, el coche destrozado…
 


-Doctor, parece que se está despertando.

Abrí los ojos. Me encontraba en un hospital. Un señor bigotudo me miraba desde cerca.

-¿Cómo te encuentras, Alejandra?- me dijo el doctor con curiosidad.

-¿Qué… qué ha pasado?-dije confusa.

-Perdiste el conocimiento y te desmayaste en clase. Me informaron que habías tenido un accidente de tráfico hace unos meses. Tranquila, no pasa nada grave. ¿Antes del accidente te habías desmayado alguna vez?

-No…

-¿Y últimamente?

-Tampoco.-Respondí confusa.

-Bueno, no te preocupes. Te bajó la tensión, suele pasar en gente de tu edad con todos los cambios que tienes que pasar y los nervios. Igualmente descansa lo que queda de día y ya te daremos de alta mañana. María, llame a los familiares.-la enfermera se dirigió a la puerta y llamó a mis tíos. Mientras, el doctor, miraba unas fichas que había en una mesilla.

-¡Alejandra! Ay cariño, ¿qué tal? ¿Cómo te encuentras?- mi tía me miraba como si estuviera en peligro. Como siempre, melodramática.

-Tranquila, nada grave.-la dije para tranquilizarla.

-Buenos días- dijo mi doctor al tiempo que les daba la mano- su sobrina se desmayó en mitad de la clase mientras hablaba con su profesor. Lo más seguro es que la tensión le bajara rápidamente por cualquier cambio, aun necesitamos hacerla unos análisis para concretar. Mañana se podrá ir del hospital y podrá continuar con su vida normal. Hasta entonces tendrá que descansar.- el doctor siguió hablando con mis tíos, tranquilizándolos. Después se apartó para dejarnos intimidad y se fue de la sala tras la enfermera.

-Alejandra nos tenías muy preocupados cariño, no nos decían lo que había pasado exactamente, creíamos que era grave.

Estuvieron una hora a mi lado hasta que al fin vino la enfermera exculpándose de que tenía que hacerme los análisis y echó a mis tíos. Me aburría estar ahí, ya había tenido demasiadas experiencias en un hospital este año así que intenté dormir. Pero no podía. Estaba muy confusa de lo que había ocurrido antes de despertar.

 ¿Qué había pasado? Había soñado muchas veces con el accidente, esas pesadillas me habían perseguido demasiadas noches pero nunca había soñado esa conversación, ni siquiera me había limitado a recordarla. 
¿Desprendimientos? No, no había. En mis sueños solo estaba ese coche. Nada de que la carretera fuera peligrosa. Nada de aquella conversación con mi padre, nada de esas palabras. ¿Qué dije después? Nunca lo había intentado, nunca había intentado recordar esos últimos momentos, nunca me habían parecido importantes. Pero, sí. Si lo eran. Porque fueron mis últimos momentos de felicidad. De la vida de mis padres. ¿Por que fuimos por ahí si mis padres lo dudaron? Intentaba buscar soluciones a mis preguntas.

La enfermera ya se había ido hacía un buen rato pero de repente oí como alguien entraba en la habitación. Tenía la luz apagada.

-¿Estás despierta?- me susurró.

Yo me moví para indicarle de que sí. No me apetecía hablar con él ahora.
-Oye, mira, lo siento. – No dije nada.-tienes razón por la cual no hablarme, pero tarde o temprano tendremos que hablar.

- Para qué, tu eres profesor y yo alumna, creo que no se me ha olvidado, ¿y a ti?- dije acusándole.

Se oyó un suspiro. Le había pillado.

-No sé que me pasó. Quería empezar bien el primer día de trabajo. Creo que me pase un poco.

-¿Un poco?  Antes creía que te tenía a ti, ahora no tengo a nadie. Además como tú dijiste, no soy nada para ti. 

- Es cierto, pero lo hice para protegerte. Alex aunque no nos conozcamos mucho, me caes bien y... creo que me gustas…

-Eso es mentira. No me conoces. Además si te gusto tanto, no me habrías dicho eso, vamos, digo yo...- le dije esperando una respuesta.

- ¿Qué tal si hablamos  de esto cuando estés descansada y te den el alta?-otra vez estaba intentando deshacerse de mí y, aunque me enfadara, acepté porque estaba cansada. – y sobre todo menos gruñona.

Él se fue de la sala y yo me quedé durmiendo pero con aún más preguntas sin respuesta.