martes, 27 de noviembre de 2012

Capítulo 4


Me desperté como siempre, a las 9. Mañana empezaba el instituto, y eso significaba, nuevos amigos, nuevos profesores, nueva rutina, Nuevo profe de educación física... Hoy iba a salir a correr con Daysi, por primera vez por aquí. Me preparé y bajé abajo a desayunar. Mi perra estaba junto a su comedero.

-Hola Daysi ¿Qué tal has dormido, preciosa?-hablar con mi perra me tranquilizaba bastante. La semana del accidente, como estaba siempre sola (bueno, sola, estaba con mis tíos y amigos pero  en aquellos tiempos no me importaba nada más que mi familia cercana estuvieran otra vez vivos. Y, como Daysi era como una hermana para mí, esa primera semana, no estuve tan sola).- ¿tienes hambre?- Daysi gimió y me miró a los ojos. Le rellené el comedero con su desayuno – Come rápido porque hoy vamos a ir a correr.

Ya estaba engullendo la comida para perros, así que yo me puse a preparar mi desayuno. Era mi momento preferido del día. Sin preocupaciones, con una compañía perfecta, sin mis tíos… en resumen, como cuando estaba en Francia. Me preparé unas tostadas con aceite y leche, como siempre. 

Cuando iba a empezar a comer, Daysi ya estaba llena y dando toquecitos en la puerta. Al cabo de 10 minutos ya había terminado de desayunar y me había preparado para empezar a correr. Cogí la correa de Daysi y salimos. Hoy el sol salía sin ninguna nube que lo tapara. Me sentí rara. Todos los días anteriores había estado el cielo encapotado por un montón de nubes, y muy pocas veces paraba de llover. Y eso que estábamos saliendo del verano. No me imaginaba vivir aquí en invierno.

Me puse los auriculares y puse la canción de Faint de Linkin Park a tope. Daysi  me esperaba al final de la calle. Así que di un último suspiro, y empecé a correr. Estuvimos corriendo por la manzana sin perdernos mucho, porque la verdad es que no me conocía ni los alrededores. Pasamos al lado de una fuente que había en una plaza donde paramos a beber agua y a descansar.

Continuamos por el parque y después, por la calle principal. Reconocí algunos sitios donde Amber, sus amigos y yo estuvimos la tarde anterior, finalmente corrimos hasta llegar a nuestro punto de partida; mi casa.

-Vaya paseíto que nos hemos dado ¿eh Daysi?

Pasé el resto de la mañana leyendo en mi habitación cuando por fin Amber llegó a casa.

- Hola. ¿Ayer te quedaste a dormir a casa de Patrice, no?- ella refunfuñó.- ¿qué te pasa?-dije preocupada.

-       Que ¿qué me pasa? Tú eres lo que me pasa.  Si tu maldito padre hubiera conducido bien, ahora mi vida seria perfecta, y tú no estarías aquí, ni me tendría que hacer cargo de ti.- Volvió el dolor. Mis ojos se empezaron a llenar de lágrimas.

-       ¡Él no tuvo la culpa! ¡fue el imbécil ese! ¡además no tienes derecho a hablar así de mi familia! ¿me oyes? – estaba  enfadada. Muy enfadada. Estaba llorando.- es injusto…- Amber me miraba seria. Ella no podía ser como pensé ayer que de verdad era, me había equivocado. Negué con la cabeza al tiempo  que decía:- no puedes ser así. Así de odiosa.- cuando la volví a mirar, ella estaba intentando no llorar. Se estaba dando cuenta de sus celos y palabras. Me fue a dar un abrazo pero yo la esquivé y me fui.

Estaba harta de Amber, hasta donde recuerdo, me había hecho la vida imposible. Siempre metiéndose conmigo, y después disculpándose como si no hubiera pasado nada, con un abrazo o con excusas estúpidas. Ya me había cansado de su juego.

Cuando me tranquilicé, volví a mi habitación. Amber se había ido. Estuve un rato en el ordenador y después volví a mi lectura: Romeo y Julieta.

Estaba en un momento precioso cuando oí un sonido procedente de la ventana, como si alguien estuviera tocando suavemente con los nudillos. En ese momento aparté la mirada del libro y me quedé mirando hacia donde había oído el ruido. Dudé si había sido real o lo había imaginado. Ya que no volvió a sonar tras mucho tiempo, volví con mi emocionante y apasionante libro. Al rato volví a escuchar el mismo sonido. Pero esta vez estaba segura de que no me lo había inventado y además supe que ciertamente provenía de alguien que estaba golpeando la ventana con unas piedrecitas.

Me bajé de la cama y me acerqué a la ventana para ver quién era el extraño: Lucas. No me entusiasmé porque yo sabía de sobra que no era a mí a quien buscaba, sino a mi prima. Abrí la ventana, insegura.

-Alex, ¿quieres venirte a dar una vuelta?- gritó.

-¿Qué haces aquí? ¿No buscas a mi prima?

-Mmm.. no. Quiero dar una vuelta contigo. ¿Te apetece?-Sonrió.

La verdad es que, lejos de mi confusión y pereza, me apetecía salir un rato y, por qué no, conocer a este chico.

-Espera, no tardo nada. Ahora bajo- grité..

Miré otra vez dentro de mi armario. Mallas con una camiseta gris normal y unas sandalias marrones. Me peiné y bajé corriendo las escaleras.

-¿A dónde se supone que crees que vas?-me preguntó mi tío.

-Me están esperando fuera, ¿no puedo… salir?-pregunté temiendo la respuesta.

-¿Has terminado todo lo que he tienes que llevar mañana?

-Sí...- Mentí. Ya lo haría cuando volviera.

Justo cuando mi tío iba a reprocharme, se acercó mi tía.

-Déjala salir. Por una ver que sale...- Me defendió. La lancé una mirada de agradecimiento y me fui. 

jueves, 22 de noviembre de 2012

Capítulo 3


No entendía nada. Hace unas horas Amber se había portado conmigo como una amiga y ahora estaba como si hubiera hecho algo malo por lo que sea. Pasamos todo el trayecto en silencio. Ni una palabra.

Cuando llegamos a casa me miró y cuando ya estaba ya subiendo las escaleras del jardín delantero, dijo:

-Diles a mis padres que me quedo a dormir a casa de Emma, mañana vuelvo. Que no se preocupen. Hasta mañana.

-Adiós.-me despedí inquieta por no saber que la pasaba.

Amber se fue alejando. Abrí la puerta con las llaves que mis tíos me habían dado por si acaso salía.

-¿Amber? ¿Sabes a donde ha ido tu prima?-gritó mi tía desde la cocina.

-¡Tía! Soy yo, Alex. Acabo de estar con Amber. Ha dicho que duerme en casa de Emma y que mañana vuelve.  

-¿Alex? ¡Has salido! Qué alegría. ¿Cómo ha ido la tarde?-mi tía estaba muy contenta.

-Bien, Amber me ha presentado a gente y eso.

- ¡Qué bien! Aunque no debería haberte mandado a ti para decirnos que no duerme en casa hoy. Debería estar preparando ya las cosas para pasado mañana.-dijo mi tío frunciendo el ceño.

-¿Para qué? ¿Qué pasa pasado mañana?-intenté recordar fechas importantes.

-Para el instituto…-¡el instituto! Se me había olvidado que empezábamos ya.

-Bueno Alex pon la mesa: que ya está la cena.-dijo mi tía.

-No tengo mucha hambre. Estoy cansada, creo que me voy a la cama.

-Pero si la sopa me ha salido muy buena… no puedes hacerme esto. Venga anda.

Es verdad. Mi tía era muy buena cocinera. La sopa estaba exquisita. Al igual que lo demás. Cuando terminé recogí mis platos y subí las escaleras hasta llegar a mí cuarto. El ordenador estaba encendido, seguramente mi prima lo había dejado así antes de salir. Ya que estaba me conecté al Facebook aunque hacía mucho que no lo utilizaba. Demasiados recuerdos. Tenía muchos contactos entre ellos, mi prima, vecinos de antes, gente de mi antiguo instituto etc.

-Vaya, alguien me ha agregado. Un tal “Lucas  Miller”. ¿Le acepto? - pensé. Ni me metí en su perfil. Simplemente le di a aceptar. Pereza.

Había 140 personas conectadas incluido el chico desconocido. Nada interesante. Iba a cerrar cuando Lucas me habló:

-Hola Alex.

 -¿Quién eres?

-Lucas, el de esta tarde, amigo de Amber.

-Amm...- Qué raro- Pues Hola

-Hola  jaja ¿te puedo preguntar una cosa?

-Claro, lo que quieras.- dije intrigada.

-¿Cuántos años tienes?

-17. ¿Tu?

-22- vi escrito en la pantalla. ¡22! tiene 22 años… ¡me saca 5 años! me estará tomando el pelo… se nota que es más mayor que yo, pero pensaba que 1 o 2 como máximo.

-Mm... No los aparentas. Jajaja. ¿Trabajas?

-Sí, empiezo pasado mañana.

-¿Pasado mañana? ¿En qué?

-En el instituto -vi escrito en la pantalla.

-¿Pero no trabajabas?

-Sí, como profesor de educación física, seguramente nos veremos allí. Hasta puede que sea tu profesor.- Me acordé de una cosa.

-¿Oye pero tú no estabas en la casa de Emma?- le pregunté.

-No. Me fui cuando tú te fuiste. Me aburría sin tus interesantes historias jajaja.- ¿Ese tío de qué iba? Si no había dicho nada de nada aparte del interrogatorio inicial.

-Oye, la verdad es que hoy he salido por hacer algo… Realmente no suelo…

-Ssh. No digas nada. Yo hoy he visto lo que he visto y no se hable más. Además no me has disgustado.-me puse roja. Vale, ya sé de qué iba.  Por desgracia las dotes de ligar las había dejado atrás. Además, hoy había sido una excepción así que decidí no seguirle el juego. ¡Me sacaba 5 años!

-Mira… de verdad, yo no soy de esas.- Aunque Lucas fuera bastante guapo había mucha edad entre medias además de que yo ya no era la misma.

- ¿De esas cuales? ¿Qué pasa?...

-Nada, nada- respondí. Encima me lo pone difícil.-bueno, me voy.

-Adiós, besos.

-Au revoir-cerré el Facebook seguido por el ordenador. Mañana sería un nuevo día y esperaba que mejor.

Capítulo 2


Seguía lloviendo. Miré a Amber. Al fin y al cabo no era tan mala como creía.

-¿Qué pasa?- se dio cuenta de que la miraba.

-Nada, que estoy feliz.- era verdad. Por primera vez en cinco meses me sentía feliz.

-Se te nota. Tenía que hacerlo ¿No? No quiero que mi prima, aunque sea la más friki del mundo, se quede en casa marginada como siempre. Además perdóname por creer que debajo de toda esa depresión no existe una chica.

-Ya…  bueno ¿dónde has quedado con tus amigos?

-En la parada del centro comercial.

-Vale. Pues me tendrás que guiar porque yo no conozco nada.

Amber y yo nos dirigimos hacia el centro de la ciudad. Estuvimos caminando durante veinte minutos.

-¡Allí están!- a varios metros había un grupo de personas.

Todos nos miraban, bueno, me miraban. Estaba pasando una vergüenza horrible. Amber fue corriendo sin tropezar con los tacones, hasta saltar en los brazos de un chico que ya le había visto varias veces por casa, su novio.

Me fui acercando poco a poco.

-¡Hola!-Saltó un paso adelante una chica morena con una coleta alta perfecta. Era bastante mona. Llevaba una falda demasiado corta y una camiseta de tirantes. En la mano llevaba una chaqueta vaquera. Ya casi no llovía, solo chispeaba. Había sido una larga tormenta. – tú serás la famosa prima de Amber. Te llamabas…

-Alex.

- Eso, lo siento. No sé cómo se me ha podido olvidar, tu prima lleva hablándonos de ti desde hace cuatro meses. Lo siento por lo del accidente.

-No pasa nada.- Dije con una sonrisa algo convincente. Porque la verdad es que no estaba muy contenta de hablar de ello.

-Por cierto me llamo Claire.-Me ofreció la mano y me quedé mirándola sin saber que hacer. Aun tenía la costumbre de saludar con dos besos y me chocaba el darle la mano a una chica de mi edad. Tardé en hacerlo pero le devolví el saludo con un apretón de manos que podría mejorar.

En ese momento Amber vio que estaba agobiada y vino a socorrerme.

-Bueno ya conoces a Claire. Esta es Patrice.-Señaló a una chica morena con californianas, unos pantalones ajustados negros y un top que dejaba ver casi todo. Patrice estaba delante de un chico rubio que respondía al nombre de Lucas. Vestía unos pantalones vaqueros normales y una camisa a cuadros.

-Hola.- se notaba que era mayor que los demás.

Amber me seguía presentando a sus amigos.

-Esta es Emma - era una chica alta y pelirroja de ojos verdes. Me miraba con una gran sonrisa. Llevaba puesto unos pantalones "boyfiend" y una chaqueta. Era sencilla y muy guapa. Por detrás la abrazaba un tal Jack, rubio con el pelo medio largo, tipo surfero. Parecían todos majísimos, nunca habría imaginado que estos chicos fueran amigos de mi prima. Cuando Amber hubo terminado, empezamos a caminar. Claire fue la primera en dirigirme la palabra, otra vez.

-Bueno, Alex ¿de dónde vienes? ¿De qué parte?

-De Rennes. Bueno, también tenía un pueblo pero…

-¿Un pueblo? ¿Era tuyo o qué? – dijo riéndose Jack.

-No. Vivían mis amigos.- dije desviando la mirada al suelo, pensativa.

-Bueno, ahora nosotros somos tus amigos ¿no?-señaló Claire sonriendo.

-Sí. Eso espero.- Amber me miraba seria. ¿Qué la ocurrirá ahora?

Estuvimos dando vueltas, yo intentaba quedarme con los paisajes y lugares para conocerme un poco la zona. Hablaban de todo un poco: cotilleos, noticias, gente que claramente no sabía quiénes eran, etc.

-Oye se nos hace tarde – dijo Amber mirándome aun seria.

-Pero si es super pronto.- Patrice miró el reloj del móvil.

-Eh…. Si. Es que tengo que leerme un libro  y… además tengo que ayudar a mi tía.-dije siguiéndole el rollo a Amber.

-Bueno, que pena.-dijo con cara de tristeza Patrice.

- Pero ¿no ibas a dormir en mi casa hoy?-le dijo Emma a Amber.

- Es que yo no me voy. Solo la acompaño.-dijo sonriendo.

-Adiós- me despedí de todos con, esta vez, abrazos y nos fuimos alejando rápidamente.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Capítulo 1


CAP. 1


Todavía recuerdo cuando estaba en Francia. Mis amigos y yo, íbamos al rio de mi pequeño pueblo todos los sábados y domingos. Las ranas, allí, croaban, y los peces buceaban felices en busca de comida. Solo los sábados y domingos porque yo vivía en una gran ciudad llamada Rennes. El pueblo al que yo iba, no tenia nombre, no figuraba en los mapas, era de mis amigos y mío. Siempre esperaba impaciente el fin de semana. Pero todo cambió cuando mis padres y yo sufrimos  un  accidente de coche. Si ese idiota hubiese parado toda mi nueva vida habría sido un sueño o una pesadilla. Lo peor fue que solo sobreviví yo con un brazo roto y magulladuras por el cuerpo. Ya han pasado 5 meses desde la desgracia y aun estoy afectada. La jueza decidió que me mudara a Estados Unidos con mis tíos y mi odiosa, pija y mimada prima Amber. Por lo menos, como no, pude llevarme a mi pequeña perrita blanca, Daysi.

Desde hacía tres meses vivía en una ciudad llamada Blue Eagle. Era bonita, pero desde que había llegado el cielo había estado siempre encapotado. Eso, o que no veía esperanza en mi vida, no veía la luz. Era un día como otro cualquiera. Y miraba como gota a gota caía el agua contaminada al asfalto desde la ventana de mi habitación. Mi prima, como cada sábado, se preparaba para salir con sus “perfectos” amigos. Hoy, día de lluvia, se ponía un minivestido que la llegaba por encima de las rodillas. Estaba muy guapa. Seguro que también estaría su novio.

-¿Vas a ponerte eso con el día que hace?-le pregunté extrañada.

-¡Claro, tengo que estar guapa, Alex!-me sorprendió que dijera eso. Ya que ella siempre estaba guapa con todo lo que se ponía. Por eso ella era la envidia entre las adolescentes del barrio.- ¿tú no vas a salir?

Aunque me lo preguntara estaba segura de que ella ya sabía la respuesta ya que en 3 meses no había salido.

-Si quieres, te puedes venir.- no sabía si había oído bien. ¡Amber  me había invitado a salir con sus amigos!

-Eh… vale-respondí todavía sorprendida. Quería volver a hacer amigos. Ser normal. Porque yo antes era normal. Bueno era más bien como ella. En Francia tenía novio y los amigos más perfectos, por lo menos no eran raros ni nada parecido. Eran como yo. Era famosa entre los de mi edad. Pero después del accidente, mi vida se volvió oscura, todos los días me recogía el pelo rubio y lo escondía cogiéndolo en una desastrosa coleta. Me ponía los auriculares y escuchaba música, que en mi antigua vida nunca habría escuchado.

-Pues corre, vístete y baja.- me dijo mientras bajaba las escaleras para esperarme abajo.

Abrí el armario. Uff… que ponerme.

Cogí unos pantalones  vaqueros de campana que en su tiempo habían sido muy deseados por las chicas  y que yo había conseguido comprar. A ver… para la parte de arriba… este jersey debe de estar bien. Los cogí y me los puse.

- Um…. no me quedan mal pero ya no está de moda llevar pantalones campana.- pensé.

 Me los quité y los guarde otra vez en el armario.

-Vamos a ver…. ¡esto!

Cogí unos vaqueros claros pitillo. Después cogí una camiseta un poco escotada blanca. No me sentaban mal. Es más, me veía guapa. Se notaban mis curvas. Sonreí. Cogí una chaqueta negra y sencilla del final del armario y unas botas también negras que tenía casi sin usar. Me solté y peine el pelo, cogí el móvil del escritorio y bajé corriendo las escaleras. Amber me esperaba sentada en ellas.

-Vaya, que cambio. Estás muy guapa – dijo con una sonrisa en la cara.

-¿Sí? ¿Voy bien?-respondí orgullosa.

-Sí, no está mal.

Bueno, algo es algo. Yo por lo menos no pasaría frío.

-Bueno ¿nos vamos?

Amber cogió un bolso a juego con su vestido que estaba colgado en el perchero y atravesamos la puerta.