Me
desperté como siempre, a las 9. Mañana empezaba el instituto, y eso
significaba, nuevos amigos, nuevos profesores, nueva rutina, Nuevo profe de educación física... Hoy iba a
salir a correr con Daysi, por primera vez por aquí. Me preparé y bajé abajo a desayunar. Mi
perra estaba junto a su comedero.
-Hola
Daysi ¿Qué tal has dormido, preciosa?-hablar con mi perra me tranquilizaba
bastante. La semana del accidente, como estaba siempre sola (bueno, sola,
estaba con mis tíos y amigos pero en aquellos
tiempos no me importaba nada más que mi familia cercana estuvieran otra vez
vivos. Y, como Daysi era como una hermana para mí, esa primera semana, no estuve
tan sola).- ¿tienes hambre?- Daysi gimió y me miró a los ojos. Le rellené el
comedero con su desayuno – Come rápido porque hoy vamos a ir a correr.
Ya estaba engullendo la comida para perros, así que yo me puse a preparar mi desayuno. Era mi momento preferido del día. Sin preocupaciones, con una compañía perfecta, sin mis tíos… en resumen, como cuando estaba en Francia. Me preparé unas tostadas con aceite y leche, como siempre.
Cuando iba a empezar a comer, Daysi ya estaba llena y dando toquecitos en la puerta. Al cabo de 10 minutos ya había terminado de desayunar y me había preparado para empezar a correr. Cogí la correa de Daysi y salimos. Hoy el sol salía sin ninguna nube que lo tapara. Me sentí rara. Todos los días anteriores había estado el cielo encapotado por un montón de nubes, y muy pocas veces paraba de llover. Y eso que estábamos saliendo del verano. No me imaginaba vivir aquí en invierno.
Ya estaba engullendo la comida para perros, así que yo me puse a preparar mi desayuno. Era mi momento preferido del día. Sin preocupaciones, con una compañía perfecta, sin mis tíos… en resumen, como cuando estaba en Francia. Me preparé unas tostadas con aceite y leche, como siempre.
Cuando iba a empezar a comer, Daysi ya estaba llena y dando toquecitos en la puerta. Al cabo de 10 minutos ya había terminado de desayunar y me había preparado para empezar a correr. Cogí la correa de Daysi y salimos. Hoy el sol salía sin ninguna nube que lo tapara. Me sentí rara. Todos los días anteriores había estado el cielo encapotado por un montón de nubes, y muy pocas veces paraba de llover. Y eso que estábamos saliendo del verano. No me imaginaba vivir aquí en invierno.
Me
puse los auriculares y puse la canción de Faint
de Linkin Park a tope. Daysi me
esperaba al final de la calle. Así que di un último suspiro, y empecé a correr.
Estuvimos corriendo por la manzana sin perdernos mucho, porque la verdad es que
no me conocía ni los alrededores. Pasamos al lado de una fuente que había en
una plaza donde paramos a beber agua y a descansar.
Continuamos
por el parque y después, por la calle principal. Reconocí algunos sitios donde
Amber, sus amigos y yo estuvimos la tarde anterior, finalmente corrimos hasta
llegar a nuestro punto de partida; mi casa.
-Vaya
paseíto que nos hemos dado ¿eh Daysi?
Pasé
el resto de la mañana leyendo en mi habitación cuando por fin Amber llegó a casa.
- Hola. ¿Ayer te quedaste a dormir a casa de Patrice, no?- ella
refunfuñó.- ¿qué te pasa?-dije preocupada.
-
Que ¿qué me pasa? Tú eres lo que me pasa. Si tu maldito padre hubiera conducido bien, ahora mi vida
seria perfecta, y tú no estarías aquí, ni me tendría que hacer cargo de ti.- Volvió el dolor. Mis ojos se empezaron a llenar de
lágrimas.
-
¡Él no tuvo la culpa! ¡fue el imbécil ese! ¡además no tienes
derecho a hablar así de mi familia! ¿me oyes? – estaba enfadada. Muy enfadada. Estaba llorando.- es injusto…- Amber me miraba seria. Ella no podía
ser como pensé ayer que de verdad era, me había equivocado. Negué con la cabeza al tiempo que decía:- no puedes ser así. Así de odiosa.-
cuando la volví a mirar, ella estaba intentando no llorar. Se estaba dando cuenta de sus celos y palabras. Me fue a dar un
abrazo pero yo la esquivé y me fui.
Estaba harta de Amber, hasta donde recuerdo, me había hecho
la vida imposible. Siempre metiéndose conmigo, y después disculpándose como si
no hubiera pasado nada, con un abrazo o con excusas estúpidas. Ya me había
cansado de su juego.
Cuando me tranquilicé, volví a mi habitación. Amber se
había ido. Estuve un rato en el ordenador y después volví a mi lectura: Romeo y Julieta.
Estaba en un momento precioso cuando oí un
sonido procedente de la ventana, como si alguien estuviera tocando suavemente
con los nudillos. En ese momento aparté la mirada del libro y me quedé mirando
hacia donde había oído el ruido. Dudé si había sido real o lo había imaginado.
Ya que no volvió a sonar tras mucho tiempo, volví con mi emocionante y
apasionante libro. Al rato volví a escuchar el mismo sonido. Pero esta vez
estaba segura de que no me lo había inventado y además supe que ciertamente
provenía de alguien que estaba golpeando la ventana con unas piedrecitas.
Me bajé de la cama y me acerqué a la ventana para ver quién
era el extraño: Lucas. No me entusiasmé porque yo
sabía de sobra que no era a mí a quien buscaba, sino a mi prima. Abrí la
ventana, insegura.
-Alex, ¿quieres venirte a dar una vuelta?- gritó.
-¿Qué haces aquí? ¿No buscas a mi prima?
-Mmm.. no. Quiero dar una vuelta contigo. ¿Te apetece?-Sonrió.
La verdad es que, lejos de mi confusión y pereza, me apetecía salir un rato y, por qué no, conocer a este chico.
-¿Qué haces aquí? ¿No buscas a mi prima?
-Mmm.. no. Quiero dar una vuelta contigo. ¿Te apetece?-Sonrió.
La verdad es que, lejos de mi confusión y pereza, me apetecía salir un rato y, por qué no, conocer a este chico.
-Espera, no tardo nada. Ahora bajo- grité..
Miré otra vez dentro de mi armario. Mallas con una camiseta gris normal y unas sandalias marrones. Me
peiné y bajé corriendo las escaleras.
-¿A dónde se supone que crees que vas?-me preguntó mi tío.
-Me están esperando fuera, ¿no puedo… salir?-pregunté
temiendo la respuesta.
-¿Has terminado todo lo que he tienes que llevar mañana?
-Sí...- Mentí. Ya lo haría cuando volviera.
Justo cuando mi tío iba a reprocharme, se acercó mi tía.
-Déjala salir. Por una ver que sale...- Me defendió. La lancé una mirada de agradecimiento y me fui.