-Que pesados sois, por Dios. Siempre igual…
-No nos hables así, Alex. Somos tus padres. Un poquito
de respeto.
-¡Respetadme vosotros a mi, joder!
-No digas palabrotas.
-No, tío, es que siempre igual.
-Alex, habla bien. No te hemos educado para que hables
así.
-¡Pero si estoy hablando normal, joder! Siempre hago
todo mal para vosotros. NUNCA hago algo bueno.
-Eso no es cierto.
-¡Pues claro que es cierto! ¡Todos los días, siempre
con vuestros malditos gritos! ¿Me quereis dejar en paz de una vez?
-Pero si has empezado tú. - Me recriminó mi madre
mirándome desde el asiento delantero.
-¡Calla ya!
-¡¡Alex!! Ni se te ocurra volver a decirle eso otra
vez a tú madre. -Gritó mi padre mientras conducía, nervioso.
-¿Sabéis qué? Ojalá me pueda ir pronto de casa para no
tener que soportaros todos los malditos días...
El hcoco acercándose por delante, el
giro para salvar la vida, los gritos, el choque contra el cristal de adelante,
el coche destrozado…
-¡ALEX! ¿Alex estás bien?- Lo oía de fondo. En primera
persona oía sus gritos. El llanto desgarrador y mortal de mi madre, los
alaridos de mi padre llamándome. Gritando mi nombre hasta que los llantos y los
gritos se convirtieron en silencio. -Alex, por dios, despierta.
Oí unos pasos que se alejaban de mi corriendo y cómo alguien
marcaba 3 teclas del teléfono.
-No-Dije susurrando.
-Si, hola. Mi amiga se acaba de caer al suelo y no
responde y no se qué hacer y...
-¡NO!-Grité a la vez que abrí los ojos. Justin me
miraba con el teléfono en la mano, absorto. Colgó y vino hacia mi.
-A... Alex... ¿Estás bien?- Dijo a mi lado mientras yo
intentaba levantarme.
-No te muevas. - de repente me cogió y, con cuidado, me
dejó en el sofá. Se sentó a mi lado. -¿Qué fue eso?
-No se... me suele pasar últimamente. Se me va la
cabeza y caigo.
-Ya, pero ¿por qué?
-El médico me dijo que eran bajadas de tensión.
-Esto no es normal. -Dijo asustado.
Le miré. Él me secó las lágrimas que caían por mis
mejillas.
-Lo siento.- le dije susurrando.
-¿Que lo sientes? ¿por qué?
-Por este drama.
-¡Pero si tú no tienes la culpa! Lo siento yo por
no... yo que se. Por todo.
-Eres tonto.- dije susurrando otra vez.
-Lo se.-Dijo, con otro susurro.
Me secó otra vez con la manga de la chaqueta las
lágrimas que no dejaban de caer y se inclinó hacia mi, despacio. Me dio un
beso, en la frente, con cariño, con delicadeza pero a la vez con ternura. Nos
quedamos mirándonos, él con esos ojos preciosos. Yo aún llorando, por todo. Por
lo que acababa de ver, por lo que acababa de recordar.
-Entonces... ¿qué tal te encuentras?
-Bien, ahora mejor. Gracias, enserio.
-No se el porqué de esas gracias.
-Por ayudarme y por estar aquí.
-Alex, eres mi amiga. ¿Qué esperabas que hiciera? ¿Que
me quedara mirando? ¿Que me fuera?- Rió.
-No se. Pero gracias.- dije secándome las últimas
lágrimas.
Seguro que estaba horrible. Seguro que estaba asustado
cuando no era para tanto. Ya me estaba acostumbrando a esto de que mi cuerpo
desconectara de repente aunque no mi cerebro. En realidad lo peor de todo era
lo que este me recordaba. Cuando tenía esos flashbacks de los últimos minutos
antes del accidente, que me enseñaban una y otra vez cómo había ocurrido todo.
Como si no lo supiera ya bastante. Como si no tuviera pesadillas cada noche
sobre ello. Bueno, miento. Sobre ello no. Sobre mi vida pasada en general. Y
es que cada día que pasaba los últimos momentos solo los recordaba cuando me
desmayaba. Es curioso porque no me acuerdo justo del momento. ¿Mejor no? Para
qué sufrir más. Para eso volvía a esos momentos en mis desfallecimientos. Para que
recordara que, oh, vaya. Alex eras una idiota con tus padres hasta el último
segundo. Enhorabuena.
-Bueno... ¿quieres algo de beber? ¿Has desayunado?-
Justin me volvió a la realidad.
-No... no he desayunado.- Dije incorporándome.
-¡Pues muy mal, señorita!- lo que me faltaba...
¿Cuántas veces me habían llamado señorita hoy? Y no la misma persona.
Lucas... No se qué se me pasa por la cabeza. ¡Tengo
novio!, creo. Y me gustaba. Mucho. Vale, no le conozco desde siempre pero cada día que pasaba sentía más y más por él. ¿Segura, Alex? ¿Entonces por qué te pusiste así de tonta antes con Justin? ¿Y esos celos? ¿Son
de amigos? ¿Y ese cariño?
Justin se había ido a la cocina a hacerme algo de
desayunar. Me había arropado con una manta y me había dejado ahí reflexionando.
Olía bien, a pankakes y fue entonces cuando empecé a sentir un hambre voraz.
¿Hacía cuánto que no comía? desde ayer por la tarde... normal que me desmaye.
El teléfono sonó y oí cómo Justin hablaba desde la
cocina. Cuando terminó vino con una bandeja que, en efecto, tenía pankakes de
arándanos, y la dejó en la mesa que tenía enfrente. Me incorporé hasta
sentarme. Él se sentó a mi lado.
-Eran los de emergencias. Querían saber si estabas
viva. -Asentí.- Yo tampoco he desayunado así que si no te importa...-dijo
mientras cogía un plato y se ponía una tortita.
-Para nada. sírvete. Huele genial.
-Gracias.- sonrió.
Cogí el otro plato y me serví también una. Estaba
riquísimo. Una de las cosas que amaba de vivir ahora en EEUU eran los
desayunos, esos riquísimos y gigantes desayunos. Se veía que Justin sabía
cocinar bien.
-Están genial, gracias.
-De nada, que aproveche, pequeña. -Dijo mientras se
metía un trozo gigante en la boca.- espera, se me olvidaba. -Se levantó, aún
masticando y se dirigió a la cocina. Oí como utilizaba el microondas y justo
después del "DIN" que indicaba que estaba ya listo, un olor llegó a
mi. Mmmm... Chocolate...
Justin se volvió a sentar pero esta vez con un cuenco
lleno de chocolate caliente y un espendedor de nata montada.
-¿Cómo sabes que me gustan con nata?
-No lo sabía. -Sonrió.- A mi también me gustan con
nata y chocolate.
-¿Arándanos con chocolate?-Pregunté divertida.
-¿Nunca lo has probado?- Cogió un trozo de su pankake,
lo mojó en chocolate y le puso nata por encima, seguidamente llevó trozo a mi
boca. Esto era... muy raro pero decidida me lo metí en la boca y noté el
chocolate caliente deshecho junto la nata, fría y el sabor de los arándanos
todo a la vez. Rico no, ¡riquísimo!
Sin decir nada cogí el cuenco de chocolate y lo eché
por todo mi pankake. Seguidamente lo cubrí de nata.
Le sonreí y él me devolvió la sonrisa. ¿Por qué? ¿Por
qué tenía una sonrisa tan bonita? Al igual que Lucas... Lucas...